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Thomas Givón

David Aller

La trayectoria de Thomas Givón ha transcurrido casi en paralelo a la del marco teórico desarrollado por él mismo, la gramática funcional tipológica, comúnmente asimilable al conocido como funcionalismo de la costa oeste. Esta gramática «defiende una perspectiva funcional para los estudios del lenguaje, según la cual este se orienta y organiza teleológicamente; es decir, se considera que la forma del lenguaje se vincula permanentemente a sus funciones, por lo que se evita un acercamiento a la gramática como sistema autocontenido en su forma en un nivel de organización desvinculado del uso» (Becerra 2011: 113). Como vemos, la interpretación de esta gramática no puede ser ni más funcionalista ni más contraria al generativismo: Givón asimila forma y función y adopta las metafunciones de Halliday, que se dan simultáneamente y hacen interactuar tres esferas de las relaciones lingüísticas: la interpersonal, la ideacional y la textual. Givón propone el borrado de límites entre categorías y otorga a la semántica un valor predominante. De este modo, propone tres dominios funcionales, el de las palabras, el de las cláusulas y el de los discursos, asimilables a la semántica, a la sintaxis y a la pragmática de los estudios europeos. En este continuum de producciones el dominio lingüístico y el extralingüístico operan conjuntamente: el primero ofrece una estructura para codificar y descodificar mensajes, mientras que el segundo, cognitivo, permite interpretarlos y orientarlos comunicativamente.

Butler consideró esta gramática, abreviada como GFT, un modelo funcionalista radical por cuanto niega la existencia de la sintaxis (Martín Arista 1997: 285). Entre sus propósitos más destacados, está el de ofrecer un método de análisis para la identificación de funciones comunicativas y de este modo posibilitar la comparación interlingüística. Esta finalidad tipológica es uno de los rasgos más característicos. Otro, y como ya hemos señalado, es el de «la continuidad entre la información lingüística y el conocimiento extralingüístico» (1997: 281). Por supuesto, Givón no solo trata la naturaleza del lenguaje humano, sino que formula un modelo gramatical, la GFT, que queda fijada por cuatro postulados metodológicos: el de orientación funcional, el de la orientación cognitiva, el de la orientación diacrónica y el de la orientación tipológica. El primero prioriza la función del lenguaje con respecto a su estructura, el segundo defiende que el estudio del lenguaje se enmarca en el estudio de la cognición, el tercero afirma que las irregularidades detectadas en los estudios sincrónicos se deben a que la sincronía está siempre intervenida por la diacronía y, el último, que las generalizaciones deben estar respaldadas por la validez interlingüística (1997: 283-284). Por último, y a modo de epílogo, recogemos su pensamiento sobre las escuelas funcionalistas y la heterogeneidad teórica y metodológica. En el prefacio de Functionalism and Grammar (Givón 1997):


Our propensity for reductive thinking follows the beaten track of philosophical (and scientific) reductionism. Here are some of my current favorites:

Cognition and communication (I): Communication is transacted in a social, interpersonal space. Therefore the cognitive aspects of grammar must be reduced to its social aspects.

Cognition and communication (II): Communication is a cognitive phenomenon, transacted between two minds. Therefore communicative functions must be reduced to cognitive operations.


No solo articula una crítica severa a la rectitud teórica que denuncia, sino que se convierte en una hoja de ruta del trabajo gramatical. Aparte de los dos puntos citados, Givón señala muchos otros, como el que deshace las categorías binarias y las oposiciones, y apuesta, decididamente, por un término medio, por un equilibrio de posiciones: que el significado no sea siempre literal no lo convierte en metafórico.

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© 2014 por DA

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